Alcaravea.info te ofrece una completa información sobre la alcaravea, una planta medicinal, comestible y aromática de la que se puede aprovechar todo y que presenta múltiples propiedades y beneficios para tu salud.

Usos de la alcaravea

Propiedades de la alcaravea

La planta de alcaravea

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Recetas con alcaravea

Las semillas de alcaravea
Qué es la alcaravea y cuáles son sus características
Aunque en la actualidad es poco conocida para el común de los mortales, la alcaravea es una planta aromática y medicinal con mucha historia y… ¡con muchos nombres!
Esta planta herbácea bienal (necesita dos años para completar su ciclo vital, desde que se siembra hasta que da sus frutos), de la familia Apiaceae, es originaria del centro y el norte de Europa, pero se encuentra también en el oeste asiático y el norte de África.
Se ha adaptado bien a los climas templados, pero resulta raro encontrarla en países con temperaturas medias elevadas.
A simple vista es fácil confundirla con una planta de zanahoria, mientras que sus semillas se asemejan bastante al comino, de su misma familia, aunque tienen un punto más amargo.
De aroma potente y penetrante, su sabor es picante y ligeramente dulce, a caballo entre un anís casi mentolado y la regaliz.
Es considerada la especia más antigua del mundo y es una de las más usadas en la gastronomía árabe.

Etimología y significado
Es llamada también comino de prado, alcaraveta, alcarabaca, caravia, alcarahueya, carvia o anís de los Vosgos, entre otras denominaciones.
Alcaravea en inglés se dice caraway, por si la vas a buscar alguna vez en el extranjero.
Los orígenes del nombre alcaravea provienen del árabe al-karwiya, que algunos suponen que es el origen de la palabra latina carvi, y de Caria, donde la alcaravea pudo haber sido utilizada por primera vez.
La palabra del árabe hispánico alkarawíyya (de la que deriva también la chirivía) procedería del arameo karawyā, y ésta a su vez del griego καρώ.
No obstante, la etimología y significado de la alcaravea es complicada de determinar y genera cierto debate entre los expertos porque se conoce en distintas regiones con diferentes nomenclaturas.
Sin embargo, la mayoría suelen derivar del latín cuminum, el griego karon y el sánscrito karavi. El segundo se adaptó al latín como carum.
El botánico Carlos Linneo le dio el nombre científico de Carum carvi L. a esta especie de la que se tiene constancia sobre su uso en España al menos desde el siglo XV.
En el mundillo de la farmacopea se refieren a la semilla o fruto de la alcaravea como Semen carvi, mientras que a su aceite esencial se le llama Oleum carvi, y Aqua et spiritus carvi a su tintura madre.
Su nombre en otros idiomas
- Nombre en castellano: Alcaravea
- Nombre en catalán: Càrvit, alcaravia, matafaluga borda
- Nombre en gallego: Alcaravia
- Nombre en euskera: Txarpoil
- Nombre inglés: Caraway, Meridian fennel, carvies, wild cumin
- Nombre portugués: Alcaravia, cariz, cominho
- Nombre francés: Cumin des prés, grains de carvi, carvi
- Nombre alemán: Echter Kümmel, Kümmel
- Nombre italiano: Cumino dei prati, caro, carvi
Puedes ver desde aquí cómo se dice alcaravea en otros 66 idiomas.
Historia de la alcaravea

Aunque hay debate sobre su origen (que si de Europa, de Asia occidental, del norte de África…), lo más probable es que sea oriunda de todos los hábitats en los que crece.
Se han encontrado frutos de alcaravea en algunas aldeas de la Edad de Piedra, aunque eso a priori solo prueba que creció allí, no necesariamente que fuera utilizada.
Algunos yacimientos arqueológicos en la superficie de la actual Suiza sí han confirmado que en el año 3.500 antes de Cristo se usaba esta planta.
En el Egipto de los faraones se enterraba a los muertos con ella con la finalidad de espantar a los malos espíritus.
En la medicina antigua se echaba mano de las raíces de la alcaravea para luchar contra el frío, calentando y estimulando los estómagos vacíos.
Algunas publicaciones especializadas aseguran que los griegos y los romanos recurrían a ella para elaborar recetas culinarias (sobre todo con sus raíces), remedios medicinales e incluso afrodisiacos, mientras que otras defienden que apenas la conocieron.
Se cita que Julio César llegó a decir que mezclando leche con alcaravea los soldados de su general Valerio lograron sobrevivir en un periodo de hambruna.
Gracias al Imperio Otomano su consumo se generalizó en casi toda Europa, con especial incidencia en el norte como ingrediente del pan de centeno pero también en pasteles y licores.
Fueron los médicos árabes los que empezaron a promover su consumo en Europa a partir del año 1200.
Fue en el siglo XVI cuando se extendió rápidamente su uso como ingrediente aromatizante para quesos, panes, carnes grasas, pescados y sopas.
Pero no solo caló en el viejo continente, sino también entre los países norteafricanos, sobre todo Marruecos, Argelia, Túnez y Egipto.
Sus propiedades «mágicas»
Aunque tiene numerosas propiedades y usos culinarios, la alcaravea destaca sobre todo por su capacidad de ayudar a hacer las digestiones más fáciles y mitigar o eliminar las molestias estomacales.
Sin embargo, históricamente se le han atribuido propiedades «mágicas» a la hora de conservar o guardar cosas.
En la Edad Media, cuando alguien no quería perder algo o a alguien, llenaba un saquito con alcaravea y, a modo de amuleto o talismán, lo colocaba junto a ese bien preciado o junto a esa persona, con el pretendido fin de que no le pasara nada.
En el marco de esa superstición de que nada con alcaravea podía ser robado, en el folclore alemán algunos padres ponían un plato con semillas de la planta debajo de las camas de sus hijos para protegerlos de las brujas.

Los frutos de la alcaravea también se añadían a la alimentación de los pollos y gallinas con la esperanza de evitar que se alejaran y se perdieran y, a veces, todavía se les da a las palomas mensajeras con el mismo propósito.
Antes de que se popularizara la costumbre de tirar arroz a los novios tras la boda, era alcaravea lo que se les lanzaba, precisamente para que ese matrimonio perdurase.
También se llegó a usar en pócimas de amor y para prevenir la inconstancia.
Su introducción como ingrediente para hacer pan fue en primera instancia no por su sabor, sino porque se le atribuía la capacidad de ahuyentar a los malos espíritus.
También conocerás en alcaravea.info cuáles son sus contraindicaciones.
Menciones de la alcaravea en la literatura
El escritor, historiador y naturalista romano Plinio El Viejo alude a la alcaravea en algunos de sus manuscritos como un elemento propio de la cocina.
Por su parte, el farmacólogo y botánico Dioscórides ya la recomendaba con fines medicinales por sus propiedades digestivas y carminativas en su Libro III, en el que relataba que su raíz es amarilla y larga y se hallaba en muchas zonas de Austria y Alemania, si bien las más cotizadas eran las de la antigua ciudad griega de Caria.
Este médico griego aconsejó el uso del aceite de alcaravea para «chicas de cara pálida», sin que hayamos encontrado referencias sobre la enfermedad a la que se refería, aunque es factible que fuera la anemia.
Su obra De Materia Medica se convirtió en la referencia de la farmacopea durante la Edad Media y el Renacimiento.
Entre finales del siglo VIII y principios del siglo IX, Carlomagno emitió una orden en la que pedía a los gobernadores de sus dominios que cultivaran cerca de un centenar de especies de plantas, entre ellas las Careium (nombre en latín de la alcaravea en el Capitulare de villis vel curtis imperii).
Los chefs del rey Ricardo II combinaron alcaravea con cilantro, ajo y pimienta en The Forme of Cury, una colección de 200 recetas medievales inglesas del siglo XIV.
En 1551 el médico, botánico y ministro luterano alemán Hieronymus Tragus escribió en su Kreuterbuch (libro de hierbas) sobre el comino de prado: «Este kymmel ahora se usa ampliamente en todas partes …».
William Shakespeare menciona la alcaravea en su obra teatral «Enrique IV: Segunda parte». Esta planta, que atravesó un periodo de impopularidad, se vio revitalizada en Inglaterra durante la etapa de la reina Victoria del Reino Unido al ponerse de modo todo lo germano.
Tanto fue así que en «Jane Eyre», de Charlotte Brontë, se cita el pastel de semillas de alcaravea, que a la protagonista le pareció un manjar.
Anton van Perger, en su libro Deutsche Pflanzensagen (Sagas de plantas alemanas), señaló que «si comes demasiada alcaravea, verás todo dos veces», aludiendo así a los efectos de un exceso de ingesta del aceite esencial de las semillas o puede que a la toma de algún licor destilado a partir de las mismas.
Es popular su uso contra el mal aliento o para «borrar» ciertos olores de la boca y así queda reflejado en algunas obras literarias.
En el famoso libro de relatos «Dublineses», del irlandés James Joyce, un personaje pide a un camarero una semilla de alcaravea tras haberse tomado una cerveza negra, con el fin de eliminar de su aliento las trazas de la birra.
En algunas traducciones de la Biblia al inglés aparece mencionada la alcaravea (caraway) en Isaías 28:27, aunque lo más probable es que se trate de un error y se refiriese al comino.
El Círculo de Estudios sobre las Plantas Medicinales de la Universidad de Wurzburgo reconoció la alcaravea como Planta del Año 2016 para destacar y difundir su relevancia científica como «eficaz medicina».
Una especia que no falta en la despensa de los chefs
Aunque creas que nunca la has probado, es bastante improbable que así sea, puesto que se usa en alimentos que habrás comido a menudo, como salchichas, quesos y panes.
Hay un dicho que reza: «Quiera Dios que orégano sea y no se nos vuelva alcaravea». Quien quiera que lo formulase, sin quitarle importancia al orégano, desde luego no conocía bien la alcaravea y seguramente lo hizo para que le rimase bien.
En la actualidad, por sus características y su precio, la alcaravea está recuperando terreno en la cocina y cada vez son más los chefs y cocineros que la emplean en sus recetas, sobre todo como especia del grupo de las cálidas y terrosas. También en las casas, por lo que mucha gente busca alcaravea en el Mercadona, Carrefour y otros supermercados.

Stampy, el pan de patata irlandés

Sopa de lentejas y coco con verduras asadas a la alcaravea

Pan rápido de alcaravea

Estofado de cordero y col a la alcaravea

El bizcocho de alcaravea que cita Charlotte Brontë en «Jane Eyre»
De ella destacan la profundidad de su intenso sabor, sus leves matices agridulces con toque picante y su capacidad para hallar sitio en muchos platos, por lo bien que se combina con otras hierbas, especias, tubérculos y raíces como la patata o la zanahoria.
Su versatilidad le permite entrar a formar parte del reparto de ingredientes de platos muy variopintos, si bien suele ser «actriz» habitual en elaboraciones de verduras como la col, el repollo, el brócoli y la coliflor, por cuanto sirve para neutralizar sus aromas azufrados.
Prodiga molida sus «cameos» en embutidos, quesos, salsas, guisos, sopas, cremas, ensaladas, arroces, legumbres, conservas y adobos, entre otras preparaciones y alimentos.
Los panaderos siguen echando mano de ella para elaborar panes de centeno y trigo. También es frecuente en la pastelería.
Aunque comparte el mismo nombre, la alcaravea negra es el fruto de otra planta, también con interesantes propiedades medicinales y alimenticias, pero no tienen nada que ver ni se parecen, ni tan siquiera en el sabor de las especias obtenidas por sus respectivas semillas.
También puedes hacer con ella té de alcaravea o combinarla con otras especias para una infusión, así como usarla como reemplazo o sustituto de otros condimentos habituales.
Por último, a título de curiosidad, en Madrid hay un grupo de restaurantes de cocina tradicional y de mercado que lleva por nombre Alcaravea, aunque paradójicamente en ninguno de sus cuatro establecimientos se usa esta especia para sus platos.